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COYUNTURA. DEUDA EXTERNA Y DEPENDENCIA.

  • Foto del escritor: Prensa Movimiento Octubres
    Prensa Movimiento Octubres
  • 25 abr 2018
  • 8 Min. de lectura

Una de las características principales del proceso político actual es el crecimiento sostenido de la deuda externa contraída por el Estado y el sector privado. Según el Observatorio de la Deuda Externa de la UMET, en los dos años de gobierno de Macri, la deuda del sector público con el exterior creció en 132.969 millones de dólares la cual llega a representar más del 40% del producto bruto interno. El Ministro Caputo, padre del modelo, sostiene que "el crecimiento de la deuda evidencia el optimismo de un mundo que ve que la Argentina va por el camino correcto".

Para la mirada nacional, que recoge la experiencia histórica y el bagaje intelectual de muchos de nuestros pensadores populares, la deuda externa expresa la principal causa de la dependencia económica. Mismos problemas estructurales, en distintos momentos históricos con diferentes condiciones externas. La contradicción principal entre el pueblo y la oligarquía lleva más de 200 años. Esta contradicción de intereses se cristaliza en la disputa por la imposición del modelo de acumulación.

La deuda externa es el pilar del modelo económico del Macrismo. Pero también es su talón de Aquiles. Es la que sostiene hoy, el déficit fiscal (se redujo el déficit primario, pero se incrementó el financiero por el pago de intereses) y el déficit comercial que acumula más de 10.000 millones de dólares en dos años (el más alto desde los finales de la convertibilidad). La mirada nacional y popular busca resolver el problema de la brecha externa como limitación al crecimiento pensando en la generación de divisas para el desarrollo de la industria, poniendo al trabajo como centro de la problemática social. Los liberales y oligarcas quieren dólar alto para vender afuera y endeudamiento para financiarse y resolver el problema de la brecha externa transitoriamente. "Necesitamos deuda para suplir a las inversiones que van a garantizar el ahorro interno que necesitamos para crecer fruto del derrame de la copa de los empresarios, los generadores de la riqueza de un país".

Las inversiones llegan en cuenta gotas, a sectores concentrados y la copa no derrama.

Cuando el chorro se corta, hay crisis de balanza de pagos. La deuda externa que contrae el Estado Nacional y las provincias tiene entre sus cláusulas de pago la entrega del patrimonio nacional, la confiscación de depósitos y el comparecimiento ante tribunales internacionales. La dependencia consiste entonces en el condicionamiento y la imposición de las políticas económicas de ajuste y primarizacion de la economía para garantizar la renovación de la deuda y el repago de los intereses.

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A UNA CRISIS

Quien conduce impone la moneda. Esta es el dólar. La reserva de valor hegemónica. La Argentina es una economía dependiente que demanda dólares para compra de insumos para la producción, por turismo, para importar bienes de capital y tecnología; para atesoramiento y para la mal llamada formación de activos externos que no es otra cosa que fuga de capitales, entre otros. Las crisis recurrentes del país se originaron a razón del colapso de su balance de pagos. Es decir, en la incapacidad de su estructura productiva de generar las divisas necesarias para abastecer la demanda interna. Los proyectos nacionales llegan a esta limitación al emprender el camino hacia la industrialización, osea por el lado de la balanza comercial. La oligarquía diversificada llega a la crisis de balanza de pagos por el lado de la cuenta financiera, es decir de la mano del mega endeudamiento.

La desregulación y apertura financiera (libre movilidad de capitales) y las altas tasas de interés locales garantizan la bicicleta financiera a los grupos económicos nacionales e internacionales destruyendo la producción nacional. La deuda externa es entonces la contra cara de la fuga de capitales. Deuda y fugan son caras de la misma moneda. La restricción del crédito, sujeta a factores externos, sea por decisiones políticas como el incremento de las tasas de interés, la caída en las calificaciones del país en los mercados financieros o el cambio de estrategia de los países desarrollados, termina por hacer volar por los aires a la tasa de desocupación, la pobreza y la indigencia.

La cuenta es simple. Argentina pierde por año 22 mil millones de dólares por atesoramiento de divisas, 12 mil millones por déficit de turismo y 10 mil millones por el rojo comercial. La devaluación del 20% de los últimos cuatro meses no se debe sólo a una cuestión de oferta y demanda, o por las expectativas de inflación.

También se debe a que hay sectores que observan problemas hoy en el frente externo.

El modelo macrista, en su etapa financiera importadora se está autoinflingiendo la crisis por venir. Gana tiempo con el gradualismo, porque necesitan gobernar para que los bolsos de los sectores económicos beneficiados (tarifadas, sector financiero y comercial importador, grupos económicos ligados a la mega obra pública) puedan llenarse lo más posible. Un gradualismo que no deja de succionar la renta de los sectores populares y que aparece en esta etapa como la única forma de aplicar el ajuste con cierto consenso social. Un gradualismo criticado furibundamente por los halcones del gobierno y los economistas ultra liberales quienes demandan menos endeudamiento para gasto corriente y más ajuste del gasto público.

EL MUNDO

El capitalismo global de los últimos 40 años se ha consolidado como una máquina de descartar seres humanos. A la preservación de la vida y la cultura del trabajo se le ha opuesto el culto al dios dinero y la cultura del descarte, como sostiene nuestro Papa Francisco, único líder espiritual universal que alza su voz contra el neoliberalismo. La Tercera Guerra Mundial ya está en marcha. Una guerra no convencional, que se expresa en capítulos, con conflictos bélicos en distintas latitudes. La ofensiva de Israel sobre la franja de Gaza, el conflicto bélico en Ucrania. El avance sobre Libia, Mali y Sudán del Sur. Los ataques sobre Nigeria y Somalia. El conflicto en ascenso entre Estados Unidos y Corea del Norte y la confrontación entre Arabia Saudita e Irán con intervención norteamericana en el Golfo Pérsico. Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China podrían desatar una guerra comercial entre muchos países. EEUU compró más de 500.000 millones en bienes chinos en 2017 y la administración Trump está considerando imponer aranceles sobre unos 150.000 millones de dólares de esas importaciones.

Su balanza comercial con China es deficitaria ya que le vendió al gigante asiático por un total de 130.000 millones de dólares. Beijing se comprometió a contraatacar con gran fuerza si Trump avanza con su política proteccionista lo cual traería efectos muy negativos sobre su mercado. La Argentina ha sufrido la contracción de algunos mercados puntuales como el de biodiesel, con la imposición de un arancel del 72%, por parte de la Administración Trump quien parece decidido a avanzar hacia una política proteccionista. El boom exportador no sería una opción venidera en un mundo cuyos países aplican políticas proteccionistas. La inversión crece a cuenta gotas y en sectores primarios que repatrian capitales a sus casas matrices. La deuda parece seguir siendo el único horizonte posible. La FED ha iniciado este año un cambio de política monetaria incrementando gradualmente la tasa de interés y por ende encareciendo el costo del crédito. La reforma laboral es una condición para que nos sigan prestando. Ahí entra en juego la posibilidad de doblegar al gobierno impidiendo El avance de leyes que persigan flexibilizar los mercados y generar condiciones para renovar la capacidad de préstamo. La pelea es política.

En la discusión del endeudamiento esta la discusión del Proyecto de Nación. En la posibilidad de pensarse Colonia o Nación Soberana. Profundizar la discusión hacia adentro del movimiento nacional significa discutir el programa de gobierno con centro en los trabajadores y los más humildes, en la necesidad de desarrollar la industria nacional acorde a los desafíos del siglo XXI, en pensar la Argentina Potente y su inserción en el concierto de las Naciones Libres

SER REVOLUCIONARIO HOY ES UNIR LAS PARTES.

La unidad del peronismo es un imperativo de la hora. Hay que derrotar a la oligarquía y al imperialismo con una gran unidad nacional que promueva la producción, desarrollo e inclusión, donde todos debemos ser parte, a partir de la integración de la diversidad política, con el PJ como centro. En la calle, con la aplicación de la lucha social mediante la acción de una nueva vanguardia social que encarne la capacidad de movilización y de organización de los más humildes y los trabajadores.

Una nueva relación de fuerzas favorable al pueblo se construye. No es que hay que esperar las "nuevas condiciones objetivas", sino que hay que construirlas, a partir de visualizar que este gobierno tiene problemas para sostener su marcha y que se puede caer o se le puede ganar en las elecciones de 2019. A ese gran Frente Nacional iremos con propuestas propias de los trabajadores y los humildes, y en ese gobierno de las mayorías nacionales buscaremos imponer la Justicia Social.

A la gran unidad electoral de sectores peronistas, iremos con el programa y las ideas de los pobres, los que luchan, los que están en las huelgas y los paros, los que luchan para enfrentar a la represión macrista, los que están en los comedores populares revolviendo la olla, los que levantan reivindicaciones de los pueblos originarios, el movimiento obrero organizado, los trabajadores de la economía popular, los que reivindican el federalismo y el lugar del papel de las provincias en un Proyecto Nacional que debe definirse ante la cultura y los intereses de las minorías oligárquicas. Pero también ante el iluminismo, el positivismo, el liberalismo y la cultura del consumismo del puerto y las grandes capitales.

A esa unidad del peronismo, entre el peronismo moderado y de gestión y los grupos kirchneristas que, como nosotros, reivindicamos los 12 años de gobiernos de Néstor y Cristina, le vamos a incorporar la construcción de base, la organización popular y comunitaria y la perspectiva de clase que nos da vivir y estar en los barrios y los conflictos sociales que se expresan en la calle y nos tienen como protagonistas.

No creímos nunca en la organización política desde el Estado. Nunca vimos la construcción desde arriba ni esperamos directivas desde el aparato estatal, porque para nosotros gobierno popular es aquel que hace lo que el pueblo quiere. La democracia de base y la iniciativa popular son centrales en nuestra cultura política. Nuestro aporte a un nuevo gobierno popular es la perspectiva revolucionaria de la organización y movilización desde abajo. Los programas y propuestas que levante el peronismo deben ser elaborados en un fuerte debate popular con participación de los barrios, las comisiones internas y las Unidades Básicas, siempre en un ambiente donde reine la conciencia de la necesaria unidad y de combate a las formas del liberalismo pequeñoburgués que prioriza las divisiones.

A la desarticulación social, opondremos comunidad organizada. Al capitalismo salvaje lo combatiremos con Movimiento Nacional. A la avanzada represiva la enfrentaremos con una nueva vanguardia social. "A la violencia brutal de la antipatria opondremos la fuerza popular organizada", como decía Evita. Combatiremos las ideas de los de arriba con las ideas y las prácticas de los de abajo.

La crisis que dejará el neoliberalismo será un nuevo desafío para el peronismo en particular y para el movimiento popular en general. La deuda externa que estamos volviendo a contraer será una pesada herencia para las próximas generaciones. El mundo estará envuelto en guerras comerciales y militares, con las superpotencias protegiendo sus economías e invadiendo con sus productos nuestros mercados.

Habrá menos para vender. Vivir con lo nuestro parece ser nuevamente la consigna. Ser revolucionario hoy es unir las partes. A la dispersión la enfrentaremos con integración. La desocupación vino en los 90 para quedarse, pero durante este período se está volviendo a ensanchar. El hambre y la mala alimentación condiciona el desarrollo de físico e intelectual de parte de nuestra sociedad.

Construir una nueva hegemonía social de los trabajadores es nuestro desafío. La economía social y popular es la actividad de sustento de los desocupados y los que no tienen empleo formal. El movimiento obrero organizado en los sindicatos debe incluir a los trabajadores de la economía popular. El Frente Nacional con que el peronismo supo ganar elecciones tendrá nuevo nombre y nuevos integrantes. Debe ser más amplio por izquierda y por derecha que lo que quedó del FPV en las últimas elecciones de 2015. Habremos de construir un gran Frente electoral desde el Massismo y otras formas de peronismo no kirchnerista, pasando por el kirchnerismo cercano a La Campora, hasta el peronismo revolucionario y sectores de izquierda.

Un Pacto constituyente para una Nueva Argentina, para una Patria Justa, Libre y Soberana y la Tierra, el Techo y el Trabajo de todas y todos los argentinos, será una nueva oportunidad, consagrada una nueva relación de fuerzas expresada en un triunfo popular.

Rosario, Santa Fe. 06 y 07 de abril de 2018 MESA FEDERAL


 
 
 

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